El estrés, el miedo y la incertidumbre que genera la pandemia del COVID-19 han afectado sobremanera a niños y adolescentes. Muchos de ellos pueden tener problemas para lidiar con sus emociones.
Se estima que alrededor de 140,000 niños han perdido a un padre, madre o abuelo (en inglés) a causa de COVID-19 en los Estados Unidos, por ejemplo. Los niños de familias de minorías raciales y étnicas se han visto especialmente afectados. Las investigaciones muestran que han tenido hasta 4,5 veces más riesgo de perder a un cuidador a causa de COVID, en comparación con otros niños.
Muchas familias también han perdido trabajos y estabilidad financiera durante la pandemia. Al mismo tiempo, los niños han visto interrumpidos apoyos vitales como la escuela, los servicios de atención médica y otros sostenes comunitarios. Y muchos han experimentado o presenciado un aumento del racismo y la xenofobia en este último tiempo, especialmente hacia familias de ascendencia asiática.
Los pediatras, psiquiatras de niños y adolescentes, y los hospitales para niños han declarado el estado de emergencia nacional de la salud mental de niños y adolescentes. Conozca más
aquí (en inglés).
Aumento en las emergencias de salud mental
Desde el comienzo de la pandemia, los hospitales han atendido más emergencias de salud mental entre los niños. Entre marzo y octubre de 2020, el porcentaje de visitas al departamento de emergencias para niños con emergencias de salud mental aumentó en un 24% para los niños de 5 a 11 años y un 31% para los niños de 12 a 17 años. También hubo un aumento de más del 50% en las visitas al departamento de emergencias por casos de supuestos intentos de suicidio entre niñas de 12 a 17 años a principios de 2021 en comparación con el mismo período en 2019.
Incluso con la protección de las vacunas contra el COVID-19 que ahora están disponibles para niños que tienen la edad suficiente, el estrés y los traumas relacionados con la pandemia de COVID-19 pueden tener efectos duraderos en las mentes en desarrollo de los niños y adolescentes.
Preste atención y vigile a su niño con frecuencia por si detecta señales de que está atravesando por momentos difíciles. Y no olvide que su pediatra está listo para atenderlo.
¿Cómo está su niño enfrentando el estrés durante el COVID-19?
Pídale a su niño que hable sobre cómo se siente. Sentirse deprimido, desesperanzado, ansioso o enojado pueden ser reacciones normal ante el estrés. Sin embargo, si estos sentimientos son constantes y abrumadores, o si afectan la capacidad de su hijo para seguir haciendo lo que normalmente hace, como ir a la escuela, hacer su trabajo o divertirse, estos pueden ser signos de que necesitan más apoyo durante este momento difícil.
Tenga en cuenta que los niños más pequeños pueden no saber cómo hablar sobre sus sentimientos, pero pueden mostrar cambios en su comportamiento o desarrollo. Los adolescentes y los adultos jóvenes, en cambio, pueden tratar de esconder sus problemas por miedo, vergüenza o sentirse responsables de evitar ser una carga para otros.
Reconozca las señales de estrés en su niño
Las señales de estrés y dificultades con la salud mental no son las mismas para todos los niños o adolescentes, pero tienen algunos síntomas comunes.
Bebés, niños pequeños de 1 a 3 años y mayores...
pueden demostrar reveses en su los progresos de sus logros del desarrollo. Pueden también tener más problemas con:
Irritabilidad y remilgos, sobresaltos y llantos con mayor frecuencia, y mayor dificultad para consolarlo.
Conciliar el sueño y despertarse más durante la noche.
Problemas de alimentación tales como nauseas y vómitos, estreñimiento o heces blandas (diarrea) o quejas nuevas de dolor de estómago.
Ansiedad de separación, parece más apegado, retraído, tiene miedo a socializar o de salir a explorar.
Golpea, se frustra, muerde o tiene berrinches con más frecuencia o más intensos.
Moja la cama después de haber aprendido a ir al baño.
Comportamiento agresivo.
Niños mayores y adolescentes…
pueden mostrar señales de angustia con síntomas como:
Cambios en el estado de ánimo que no son comunes en su niño, tales como continua irritabilidad, sentimientos de desesperanza o furia/ira, y conflictos frecuentes con sus amigos y familia.
Cambios en el comportamiento, tales como alejarse de relaciones personales. Si su joven que normalmente tiene una personalidad extrovertida muestra poco interés, por ejemplo, en enviar mensajes de texto o contactar a sus amigos por chats de video, puede ser motivo de preocupación.
Una pérdida de interés en las actividades que disfrutaba antes. ¿Su joven amante de la música de repente deja de practicar su guitarra, por ejemplo? ¿Su aspirante a chef perdió interés en cocinar o en hornear?
Se le dificulta dormir o permanecer dormido, o está durmiendo a todas horas.
Cambios de peso o patrones alimentarios, tales como nunca no tener hambre o comer todo el tiempo.
Problema de memoria, de razonamiento o concentración.
Menos interés en sus tareas escolares y un decaída en su esfuerzo académico.
Cambios en la apariencia, tales como falta de higiene básica.
Un incremento en comportamientos riesgosos o imprudentes, tales como el consumo de drogas o alcohol.
Pensamientos sobre la muerte o el suicidio hablar de ellos (consulte el texto más adelante titulado: Unas palabras sobe el riesgo de suicidio).
Cómo puede ayudar su pediatra
Permanecer en contacto con su pediatra es más importante que nunca durante esta pandemia. Si algo le preocupa, contacte al consultorio del pediatra para que hagan una evaluación sobre la salud emocional y social de su niño. Esto puede ser de especial importancia para los niños que están enfrentando mayores índices de enfermedad o riesgo del COVID-19, tales como niños de minorías y lo que tienen necesidades especiales de salud o diferencias de desarrollo. Los niños refugiados y los que integran los sistemas de justicia juvenil y bienestar infantil también pueden estar en mayor riesgo.
Los pediatras pueden hacer una evaluación para detectar depresión y hacer preguntas sobre la ansiedad y problemas para sobrellevar el estrés. El médico también puede preguntar sobre síntomas en otros miembros de la familia ya que estos pueden impactar la salud de su adolescente, y preguntar si conocen a alguien que se haya enfermado del COVID-19. Es importante brindar privacidad a su adolescente para que hable con el pediatra durante la consulta con toda la libertad posible.
Algunos pediatras también ofrecen visitas de telesalud o telemedicina durante la pandemia.
Cómo lidiar con la pérdida de una ser querido debido al COVID-19
Los niños, adolescentes y familias que han sufrido la pérdida de un ser querido o un amigo debido al COVID-19 corren mayor riesgo se tener problemas de salud mental y muchos pueden necesitar atención especial y asesoramiento profesional para poder hacerle frente a la pérdida y lidiar con el dolor.
Cómo ayudar a su niño
Su pediatra puede guiarlo sobre las mejores formas para ayudar a su niño y cómo fomentar su resiliencia. Siempre consulte con su hijo, pregúntele cómo se siente y recuérdele que está allí para hablar si lo desea, cuando esté listo. Algunos niños o adolescentes pueden necesitar más tiempo y espacio para expresar sus sentimientos. A algunos les puede ir mejor con conversaciones graduales y otras actividades además de hablar, como pintar o dibujar para expresarse y manejar el estrés. Otros pueden sentirse más cómodos con conversaciones o actividades directas.
Cuidar de sí mismo para marcar la pauta
Los padres establecen el tono del hogar. Expresar un destino funesto o miedo puede afectar a los adolescentes. Puede ser difícil mantenerse positivo, especialmente si usted está teniendo dificultades manejando su propio estrés. Pero trate de permanecer positivo y comunique mensajes consistentes de que un futuro mejor nos espera pronto. Ayuda sacar tiempo para cuidar de sí misma cuando es posible, y buscar ayuda si pudiera necesitarla para su propia salud mental. Explore técnicas de relajación, tales como presencia mental y yoga o el estiramiento. Saque tiempo para que toda la familia descanse, disfrute una siesta, una película o simplemente pasar tiempo juntos.
Recuerde
Mantenga las líneas de comunicación abierta entre usted y su adolescente, no dude en hablar con su pediatra sobre maneras de ayudar a mantener la salud mental de su familia durante estos tiempos difíciles.
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