Una vez que los bebés demuestran que son capaces de evacuar su meconio y continúan eliminando "lo realmente importante", puede estar relativamente segura de que su tubería está funcionando bien y puede desviar su atención a los supuestos patrones normales de la infancia para defecar.
Lo que se considera normal en esta etapa del juego (y para los meses venideros) oscila desde una evacuación cada varios días hasta varias en un día. Algunas son como los velocistas del mundo de las evacuaciones, rápidas y furiosas, mientras que otras son más como corredores de distancias, lentas y constantes.
En general, los bebés que se alimentan con leche materna defecan más que los niños que se alimentan con leche de fórmula, y los bebés más pequeños defecan más que los más grandes. Los bebés recién nacidos y los niños pequeños también tienden a tener varias evacuaciones pequeñas sucesivas, por lo que a un punto de practicidad recomendamos esperar unos minutos hasta que su recién nacido haya terminado convincentemente, en vez de correr para cambiarle el pañal después de sus primeros signos de actividad.
Desde la perspectiva de su pediatra, el número actual de evacuaciones es posiblemente menos importante que el hecho de que todo en general está circulando.
Suficiente es suficiente
Con la intención de ayudarle a distinguir entre un bebé que evacúa sano, pero intenso y rápido y los recién nacidos que evacúan más allá de los límites aceptables, los expertos en el campo del cuidado de recién nacidos sugieren la siguiente regla práctica: Cada vez que el popó de un recién nacido se tornan progresivamente más blandas o se quedan rezagadas con relación a la frecuencia en la que lo amamanta, es momento de buscar consejo médico.