Un bebé de ocho meses siente curiosidad por todo, pero también tiene una capacidad para mantener la atención muy limitada y pasará rápidamente de una actividad a otra. No pasará más de dos a tres minutos con un juguete y luego pasará a otra cosa nueva. A los doce meses, es probable que esté dispuesto a pasar hasta quince minutos sentado con algo que le parece interesante para jugar, pero la mayor parte del tiempo seguirá siendo un cuerpo en movimiento y no debe esperar nada diferente.
Irónicamente, si bien las jugueterías están repletas de objetos a cual más caro, los juguetes que más fascinan a los niños de esta edad son los objetos comunes de la casa como cucharas de madera, cajas de huevos y recipientes de plástico de todas las formas y tamaños. Su bebé tendrá particular interés en cosas que sean diferentes a lo que ya conoce, así que, si está aburrido con una caja de avena con la que estaba jugando, puede renovar su interés poniendo una pelotita adentro o convirtiéndola en un juguete de arrastre atándole una cuerda corta. Estos pequeños cambios lo ayudarán a detectar pequeñas diferencias entre lo familiar y lo desconocido. Además, cuando elija cosas para jugar, recuerde que las cosas muy parecidas a lo que ya ha visto llamarán su atención por un momento nada más y serán dejadas de lado, mientras que las cosas que le resulten muy extrañas podrían confundirlo o asustarlo. Busque en cambio cosas y juguetes que lo ayuden a ir ampliando gradualmente sus horizontes.
Con frecuencia su bebé no necesitará su ayuda para descubrir cosas nuevas que entren en este campo de novedad intermedio. De hecho, una vez pueda gatear se lanzará a la búsqueda de nuevas cosas para conquistar. Revolverá los cajones, vaciará los cestos de basura, saqueará los armarios de la cocina y llevará a cabo experimentos con todo lo que encuentre. (Asegúrese de que no haya nada en esos recipientes con lo que pueda lastimarse y no deje de vigilarlo siempre que esté jugando con estas cosas). No se cansará jamás de dejar caer cosas, hacerlas rodar, arrojarlas, sumergirlas o agitarlas para descubrir cómo funcionan. Tal vez a usted le parezcan juegos aleatorios, pero es la manera que tiene su hijo de averiguar cómo funciona el mundo. Al igual que todo buen científico, está observando las propiedades de los objetos y, a partir de sus observaciones, adquirirá los conceptos de formas (algunas cosas ruedan y otras no), texturas (cosas que pueden ser ásperas, blandas o suaves) y tamaños (algunas cosas caben dentro de otras). Incluso comenzará a entender que algunas cosas son comestibles y otras no, aunque se meterá todo en la boca para cerciorarse. (Una vez más, asegúrese de que no haya nada peligroso en los alrededores que se pueda meter en la boca).
Sus constantes observaciones durante estos meses lo ayudarán, además, a entender que las cosas existen aunque estén fuera de su vista. Este concepto se llama permanencia de los objetos. A los ocho meses, cuando usted esconda un juguete debajo de una bufanda, el niño recogerá la bufanda para buscar el juguete que está debajo: esta es una respuesta que, tres meses antes, no hubiera tenido. No obstante, pruebe a esconder el juguete debajo de la bufanda y luego sacarlo de ahí cuando el niño no esté mirando: su bebé de ocho meses quedará perplejo. A los diez meses estará tan seguro de que el juguete existe todavía que seguirá buscándolo. Para ayudar a su bebé a aprender sobre la permanencia de los objetos, juegue a "No está... ¡Aquí está!". Al ir cambiando o variando el juego, mantendrá el interés del niño prácticamente por tiempo indefinido.
A medida que se acerque a su primer cumpleaños, su hijo será más consciente de que las cosas no solo tienen nombre, sino que, además, tienen funciones particulares. Verá cómo este nuevo concepto que aprendió formará parte de su juego como una forma muy temprana de fantasía. Por ejemplo, en vez de tratar a un teléfono de juguete como una cosa interesante para masticar, hurgar y golpear, se acercará el auricular a la oreja tal como ha visto que usted lo hace. Puede fomentar actividades de desarrollo importantes como esta ofreciéndole accesorios sugerentes, como un cepillo de pelo, un cepillo de dientes, un vaso o una cuchara, y actuando como audiencia entusiasta de sus espectáculos.