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Vida familiar

Cómo tratar a los niños como individuos

¿Usted trata a todos sus hijos igual? Probablemente no. Usted debe relacionarse y tratar a cada uno de sus hijos de forma diferente. Tratar a cada hijo como un individuo es parte de lo que hace a un niño una persona única y es una forma de valorar sus características especiales.

Un hombre y una mujer se transforman en padres y aprenden a serlo con su primer hijo, quien por un tiempo es su único hijo. En consecuencia, su relación con ese primer hijo será diferente a las relaciones con los hijos siguientes. Dado que los padres crecen y aprenden junto con sus hijos, las acciones de los padres, su estilo de conversación y la demostración de las emociones cambiarán con cada nuevo hijo.

Los padres no solo cambian su estilo a medida que adquieren experiencia criando a sus hijos, pero cada hijo tiene su propio estilo y necesidades; al principio debido al orden de nacimiento y características innatas y luego debido a las experiencias. Los niños más grandes necesitan ser tratados de forma diferente a los más pequeños. Los niños nerviosos necesitan un trato distinto a los niños despreocupados. En todos los aspectos (reglas, expectativas, tareas, responsabilidades, recompensas y castigos) los padres deben individualizar su crianza a la vez que intentan continuar siendo justos con todos. Este último objetivo es casi imposible de lograr. Incluso si los padres se relacionan con sus hijos de forma similar, cada niño puede percibir estas acciones de forma diferente.

Su actitud hacia sus hijos está determinada, en parte, por la edad y la etapa de desarrollo de cada hijo. Por ejemplo, probablemente ha tendido a tratar a todos sus hijos de una manera bastante similar a la misma edad o nivel de desarrollo. Una madre puede ser físicamente afectuosa con ambos hijos en sus respectivos primeros años de vida pero visiblemente menos afectuosa cuando llegan a la edad escolar. En una situación como esta, el hijo mayor puede percibir que el hermano menor está recibiendo más afecto. Los padres deben tratar a sus hijos de forma diferente en las distintas edades; el problema ocurre cuando los padres no pueden actuar de forma adecuada para la edad de desarrollo y las necesidades de su hijo.

El orden de nacimiento y el tamaño de la familia también influyen en el desarrollo de sus hijos. La experiencia de un hijo único es diferente a la de un hijo en una familia más grande. La experiencia del hijo mayor es diferente a la de los menores: el hijo mayor tiene un hermano menor, mientras que el menor tiene un hermano mayor. El tercer hijo tiene dos hermanos mayores y así. Debido al orden de nacimiento y al tamaño de la familia, no hay dos hijos que vivan de la misma forma en la misma familia.

El orden de nacimiento de sus hijos también afectará la forma como usted se relaciona con ellos, la forma en que responden, las experiencias que tienen y así la forma en que se desarrollan como individuos. Por ejemplo, los hijos primogénitos pueden sentirse desatendidos o no amados después de la llegada de un nuevo hermano. Pese a que sus padres pueden esperar o al menos desear que sean más responsables y autosuficientes, los primogénitos pueden actuar como si fuesen más pequeños o como un bebé para atraer la atención de los padres. A su vez, los padres pueden expresar frustración o enojo con ellos debido a su comportamiento infantil.

El temperamento de cada padre y cada hijo influye en la forma en que cada uno se relaciona con el otro. Un padre que prefiere el orden y la previsibilidad se le podría dificultar criar a un hijo desorganizado, espontáneo e impulsivo. Por otro lado, los padres y los hijos despreocupados pueden hacer concesiones fácilmente entre ellos.

Cada par de miembros de la familia tiene una relación única. Un hijo se relaciona de diferente forma con su padre y con su madre. Sus hermanos se relacionan con el padre o madre a su propia manera. Cada uno se relaciona con cada hermano o hermana de forma particular. Los niños son muy sensibles a estas diferencias dentro de las relaciones familiares; las controlan, responden a ellas y se relacionan con los demás de una forma basada en la naturaleza de sus experiencias y cómo las perciben.

Por lo tanto, algunas de las diferencias entre los hermanos reflejan cómo perciben sus roles y relaciones dentro de sus familias —cómo han sido amados, apreciados, respetados y comprendidos—. Estos factores pueden influir en su autoestima, seguridad en sí mismos y su capacidad para lidiar con los problemas y las desilusiones.

Con el correr de los años, las relaciones entre hermanos pueden contribuir a aumentar las diferencias. Los hermanos compiten por el afecto y la atención de sus padres; pueden compararse a sí mismos con los demás, tener en cuenta las fortalezas y debilidades de los demás e intentar encontrar el rol más cómodo y gratificante para ellos mismos dentro de la unidad familiar. En esta interacción dinámica, se desarrollan las diferencias y con el tiempo pueden acentuarse, afectando todo, desde la autoestima y el estilo de conducta hasta las metas en la vida y las opciones profesionales.

Última actualización
11/19/2019
La información contenida en este sitio web no debe usarse como sustituto al consejo y cuidado médico de su pediatra. Puede haber muchas variaciones en el tratamiento que su pediatra podría recomendar basado en hechos y circunstancias individuales.
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