Por Andrew Garner, MD, PhD, FAAP
El cuerpo de un niño en crecimiento pasa por cambios físicos que son obvios para todos los padres. Menos obvios son los cambios vitales que tienen lugar en el cerebro de un niño, especialmente cuando entran en la adolescencia. Después de todo, el cerebro es parte del cuerpo y, lo que es más importante, es el órgano que controla (o intenta controlar) las actividades del cuerpo.
Los adolescentes a menudo enfrentan muchos desafíos, presiones, tentaciones y fuentes de estrés antes de que sus cerebros se desarrollen por completo. No es solo que los adolescentes no hayan tenido el tiempo y la experiencia para adquirir un sentido amplio del mundo; sencillamente, sus cerebros aún no han madurado físicamente.
Desarrollo cerebral en preadolescentes y adolescentes
Lidiar con la presión y el estrés no es un desafío pequeño para un cerebro completamente maduro. Por lo tanto, puede ser mucho más complicado para un cerebro que está en transición de la niñez a la edad adulta, y del pensamiento concreto al
pensamiento abstracto. Es importante que los padres comprendan los cambios que atraviesa el cerebro de un niño mientras monitorean (y a menudo se preocupan por) los desafíos sociales, académicos y emocionales de sus hijos.
Cómo el crecimiento del cerebro afecta el comportamiento de los adolescentes
Los cerebros de diferentes niños se desarrollan a diferentes velocidades, al igual que sus cuerpos. No solo eso, los escáneres cerebrales muestran que diferentes partes del cerebro
maduran a diferentes ritmos. De hecho, algunas partes del cerebro, como la corteza prefrontal, no maduran completamente hasta los 24 años. Otras partes del cerebro, como la amígdala con forma de nuez que se encuentra en lo profundo del cerebro, parecen madurar completamente mucho antes.
Muchos neurocientíficos piensan que este desajuste en la madurez cerebral podría explicar gran parte del comportamiento adolescente. Por ejemplo, la corteza prefrontal desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo, la atención, el control de los impulsos y la capacidad de pensar de forma abstracta. Esto incluye tanto la capacidad de planificar con anticipación como de ver las posibles consecuencias de su comportamiento antes de actuar.
La amígdala, por otro lado, se activa ante amenazas potenciales y emociones fuertes como el miedo y la ira, lo que lleva a comportamientos de "lucha o huida", agresión y respuestas reflejas. Los neurocientíficos han pensado durante mucho tiempo que la corteza prefrontal madura regula la amígdala, lo que frena los arrebatos emocionales, agresivos o instintivos. Pero lo contrario también parece ser cierto: cuando la amígdala se activa durante las experiencias emocionales, apaga la corteza prefrontal.
Decisiones arriesgadas: cuando la corteza prefrontal no puede seguir el ritmo
El hecho de que la amígdala madure o "encuentre su voz" antes que la corteza prefrontal podría ser una de las razones por las que los adolescentes tienden a ser más temperamentales e impulsivos. Si bien la corteza prefrontal funciona durante la adolescencia, podría ser más bien un susurro (particularmente cuando la amígdala grita) hasta que madura más adelante en la vida.
Esa diferencia en la maduración cerebral puede tener consecuencias trágicas. Si se les pregunta a los adolescentes si es buena idea subirse a un auto con amigos que están borrachos, la mayoría dirá "de ninguna manera". Esa es la corteza prefrontal hablando.
En momentos más tranquilos, la corteza prefrontal es capaz de pensar de manera abstracta y ver las consecuencias potencialmente negativas de conducir en estado de ebriedad u otras decisiones
arriesgadas. Pero en el calor del momento, cuando sus compañeros esperan ansiosamente que entren al coche, la amígdala relativamente más desarrollada grita "simplemente hazlo" antes de que la corteza prefrontal sepa lo que pasó. El mismo proceso podría desempeñar un papel en la violencia adolescente, el consumo de sustancias e incluso el
suicidio.
Manejo de emociones y comportamientos extremos en adolescentes
El comportamiento y las emociones extremas claramente requieren apoyo profesional, especialmente cuando los adolescentes enfrentan una
crisis de salud mental en curso. Pero también es cierto que todos los adolescentes tienen al menos arrebatos ocasionales o episodios de errores de juicio. Los adolescentes son humanos, después de todo, y también lo son sus cerebros.
Estas son tres formas importantes en las que puede ayudar a su hijo adolescente a superar la transición a la edad adulta:
1. Ayudar a los adolescentes a relajarse y pensar las cosas detenidamente
Sabiendo que el comportamiento de un adolescente podría reflejar una parte normal del desarrollo del cerebro, los padres pueden ayudar. Podemos hacer que se relajen y ayudarlos a pensar en lo que están haciendo.
Pero para lograrlo necesitamos
regular,
relacionarnos y luego
razonar. Primero, necesitamos regular nuestras propias emociones. Si estamos asustados, molestos o enojados, es probable que activemos su amígdala y terminemos con un adolescente que también esté asustado, molesto o enojado. Una vez que estemos tranquilos, podemos intentar identificarnos con lo que el adolescente está experimentando. Sentirse escuchado o comprendido podría ayudar al adolescente a calmarse, apagar su amígdala y activar su corteza prefrontal. Solo entonces podremos realmente trabajar con ellos para comenzar a razonar cuáles podrían ser las posibles opciones y consecuencias.
2. Concentrarse en el futuro
Tener un plan para después de la secundaria podría ayudar. Es probable que ese plan cambie, por lo que no esperamos que los adolescentes tengan toda su vida planeada. Pero una orientación a futuro ayuda a los adolescentes a tolerar los obstáculos del camino y a mantener la esperanza de que les esperan mejores días. Tener ese enfoque en el futuro es un buen predictor de una buena transición a la adolescencia, ya que podría ser un buen marcador del funcionamiento de la corteza prefrontal y la capacidad de manejar el pensamiento abstracto.
3. Esté atento a las señales de que su hijo adolescente necesita más apoyo
Esté alerta a las señales de advertencia de problemas emocionales, ya sea que esos problemas estén directamente relacionados con el desarrollo del cerebro o no. Mientras los adolescentes sigan siendo sociables, durmiendo, comiendo bien y haciendo ejercicio y tengan metas futuras por las que trabajar, entonces tengo la seguridad de que están madurando adecuadamente.
Si, por otro lado, se muestran retraídos o se
portan mal, no comen, no hacen ejercicio ni duermen con regularidad, o descuidan sus calificaciones o sus sueños, entonces recomendaría a los padres que
hablen con el médico de su hijo para ver si podrían ser útiles apoyos adicionales.
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Acerca del Dr. Garner
Andrew Garner, MD, PhD, FAAP es profesor de pediatría clínica en Case Western Reserve University y pediatra de atención primaria en University Hospitals Medical Practices en Cleveland. Como miembro de la Sección de Pediatría del Desarrollo y del Comportamiento de la American Academy of Pediatrics (AAP), el Dr. Garner es coautor de la declaración de política de la AAP "Prevención del estrés tóxico infantil: asociación con familias y comunidades para promover la salud relacional". Además, el Dr. Garner es coautor de un libro publicado por la AAP,
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Nurturing Wellness in Childhood to Promote Lifelong Health. |